De la imagen cristiana Cortés tuvo en cuenta menos sus capacidades didácticas, mnemotécnicas, emocionales50—y, por tanto, sus cualidades de representación—que su eficacia material, sus propiedades activas y taumatúrgicas. Tanto como un dios radicalmente distinto, Cortés propagó y renovó la garantía de satisfacer por otros medios las esperanzas seculares.