En julio de 2020, cuando la pandemia acabó con su negocio y su trabajo habitual, su amada Lucía Carolina, con la que ha trasegado más de tres cuartos de su existencia, le confió un último tesoro, un último secreto y un último aliento que sembró. de nueva una esperanza. Puso en su mesa una bolsa amarilla, ajada por los años. En su interior, ciento cuarenta y cinco cartas, escritas de su puño y letra y guardadas fielmente por ella como el más valioso recuerdo. A partir de ese momento, soñando e impetuoso de nuevo, vi a mi padre teclear letra por letra en su computadora, lo que hoy tú, querido lector, tienes en tus manos", narra Sandra Yubelly García, hija del autor y prologuista de esta obra que más que una bitácora de un romántico enamorado de su musa, su Lucía Carolina, es la invitación de un emprendedor de 92 años a hacer parte de una historia —la propia— mediante una serie de actividades que le cederán el turno, al lector, de ser el protagonista de estas páginas.