No quiero que quede limitada a los muy sabios, a los muy grandes; quiero que todas las especies que respiran, que rumian y mastican, los ignorantes, los desdichados, los que se afanan ante el horno para hacer infinitos ejemplares de la misma vasija, quienes descifran con mente ardiente retorcidas misivas y también la señora Jones en su callejuela compartan mi riqueza.