No se vive de recuerdos, pero se vive para los recuerdos. Los de mi niñez, campo, mar, provincia, me consuelan enormemente. Los de mi juventud me animan. Los de mi amor me dan la felicidad que ahora tanto necesito. Esto que ha de llegar, que es nuestro fin, aterra al que se va, pero... ¿y al que se queda?