Muchos de nosotros, como gente joven, escuchábamos constantemente: “Si sigues así, te quedas a leer y no vas a la fiesta”; o esta otra: “Si no te comportas, te prohíbo ir al cine con tus amigos, y te encierro en tu cuarto a leer”. Valiente promoción de la lectura. Es obvio que estas ideas se instalan en el inconsciente y pueden hacernos pensar en que, mínimo, esos padres de familia o maestros que las dicen no han de disfrutar de la lectura, pues si les gustara no lanzarían amenazas de ese tipo, es decir, no se referirían a la acción de leer como a un castigo.