Instantes después, abro la puerta, bajo yo también del coche y, antes de lo que espero, Flyn se me echa encima. Sentir su cariño y su cercanía me gusta, me encanta, y de pronto veo que Luz viene hacia nosotros y, antes de que pueda pararla, Flyn, la niña y yo terminamos rodando por el suelo.
¡Menudo espaldarazo me he dado!
Dexter y el resto se ríen a carcajadas y, sin poder evitarlo, y a pesar del golpe que me he dado, digo riendo yo también al ver el gesto de preocupación de mi amor:
—Jud, cariño, ¡ayúdame!
Mi mujer regaña a Luz, que se carcajea aún en el suelo, y cuando Jud me da la mano, tiro de ella y la hago caer sobre mí. De nuevo, las risas nos rodean. Soy feliz, feliz junto a mi mujer y su particular familia.