Relato mágico en el que el personaje rememora una infancia triste y solitaria desde una mirada ingenua en la que se mezcla la ilusión y la realidad, los sueños y el despertar, casi alucinación, casi locura.
Mujeres que conviven en una vieja casa-burdel y comparten la intimidad a la manera en que solo las mujeres saben hacerlo. Casa que es escenario y a la vez personaje, cómplice o antagonista, casi un ser vivo. Y un libro, el Libro de los Mil Consejos, que va dando, como una voz en off, una perspectiva diferente de todo lo que sucede, y para todo tiene la respuesta justa: qué preparados se usan para lograr distintos colores en el pelo; cómo hacer un almíbar que puede servir tanto como golosina, como para depilarse; cómo se trata el nerviosismo o la falta de sueño; cómo evitar el embarazo; cómo combatir los piojos; cómo ahuyentar los demonios; cómo se compone el guardarropas de un caballero, y el de una dama; cómo y qué cuidados se deben tener para amamantar a un bebé; la cura del susto, del empacho, del mal de ojo…
La protagonista, una «que parece» niña, nos pinta un mundo hecho de una fina percepción de lo sensorial, razonamientos ingenuos que no se detienen en los hechos. Es la mente de una niña y va de una cosa a otra sin solución de continuidad y sin adentrarse en consideraciones dolorosas, e incluso, como los niños, nos hace reír, aún ante hechos de gran dramatismo.
Se hace evidente entonces un juego magistral de la autora que convierte en su cómplice al lector, quien, con mente avezada y avisada, irá completando lo que la niña no logra entender.