Buscaba herirte, conociendo que con esa sutileza acusadora el sentimiento de culpabilidad calaría más hondo en ti. Sí, porque yo sé bien que las palabras duras, dichas directamente, ofuscan y hieren, pero son como un chaparrón que moja, pero no cala más allá de la ropa. En cambio, cuando las disimulas, son como una llovizna pertinaz, que parece que ni humedece y sin embargo es la que empapa hasta el fondo.