«Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?»
«Sí», dijo, todavía mirándome.
«Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida.»