Crónica de una muerte anunciada

ustedes los jóvenes no entienden los motivos del corazón

Desde el primer momento comprendí que no tenía la menor idea de lo que le estaba diciendo»

Dejaron la quinta intacta. Mis hermanos y yo subíamos a explorarla en noches de parranda cuando volvíamos de vacaciones, y cada vez encontrábamos menos cosas de valor en los aposentos abandonados

no se peinen de noche que se retrasan los navegantes».

El Divino Rostro, la hacienda de ganado que heredó de su padre

para esperar el buque en que llegaba el obispo.

«Siempre soñaba con árboles»

Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana

«Nos dijo el milagro pero no el santo».

«Nos dijo el milagro pero no el santo».