—¡No voy a consentir que me hables así! ¿Quién te has creído que eres? —dijo mi madre con un tono de voz tal elevado que incluso me dolieron los oídos.
—Tu hija, aunque no te guste. Aunque jamás me hayas tratado como tal. Aunque siempre te hayas esforzado por mantenerme bien lejos de ti. A pesar de eso, hay algo que no puedes evitar ni siquiera tú. Hubo un día en el que decidiste tenerme y aquello te convirtió en madre. Luego preferiste no ejercer como tal o, tal vez, tu opción fue hacerlo como te dio la gana. Ahora mismo eso ni lo sé ni me importa. Sin embargo, eso no anula el hecho de que formo parte de ti y te deseo lo mejor, no lo peor.