Decir Bram Stoker es evocar paisajes lóbregos, castillos medievales y entidades malévolas. Sin embargo, el vampiro más famoso de la historia no es la única criatura de la noche que acecha entre las páginas escritas por este autor. Para los lugareños del pueblo cercano a la Casa del Juez, un aura de malignidad rodea ese lugar. Tal vez son las ratas que merodean, chillan y roen tras los muros, como descubrió el joven Malcolm Malcolmson cuando ocupó la casa abandonada como refugio para estudiar. O tal vez sea aquella enorme rata, la más perversa de todas, la que personifica el misterio que tanto atemoriza a quienes han conocido la historia detrás de esa sórdida mansión.