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Malu Furche R.

Islas de calor

La crisis climática se sale de control. El aumento de las temperaturas transforma las sociedades y fuerza a un cambio de vida radical. El agua es un tesoro, la sombra una salvación, la noche el nuevo día y el día un espacio prohibido por el toque de queda militar.

Un fenómeno dentro de este mundo caótico son los puntos donde los edificios y el concreto atrapan el calor e impiden su liberación. Esas “islas de calor”, como los relatos de este libro, contienen el abandono y la incomunicación de quienes sufren, los intentos de la población por refrescarse como sea o el aprovechamiento de los desalmados para sobrevivir. Mientras las piezas de la ciudad se reordenan en este infierno, un incendio espontáneo consume el cerro hasta la altura de la Virgen, desatando algún tipo de superstición.

En este primer libro de cuentos, valiéndose de una escritura ágil y concisa, Malu Furche R. explora un mundo que aún no acaba y que agoniza lentamente como sus habitantes, capaces de adaptarse incluso a una tragedia universal.
121 printed pages
Original publication
2024
Publication year
2024
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Impressions

  • Andrea Asenjoshared an impressionlast year
    👍Worth reading
    🎯Worthwhile

Quotes

  • Agustina Chavezhas quoted5 days ago
    Nuestra voz nace del barro y los ladrillos, la paja y los alambres, los tejados y la madera. Desde hoy no volverás a estar sola, tu existencia es parte de esta casa, que también somos nosotros, realidad repetida, presente constante, sangre que corre, se detiene, hierve.
  • Agustina Chavezhas quoted5 days ago
    Fue ahí que las paredes hablaron, o más bien que el piso se manifestó, porque se tragó el charco de sangre. Le quise decir que no fue de inmediato, sino a los tres días, como todos los milagros, y que al mes exacto él ya había desaparecido por completo y la Susi estaba como infinita y la casa como nueva.
  • Agustina Chavezhas quoted5 days ago
    Le quise contar que al Álvaro lo matamos entre las dos, en defensa propia eso sí, y que cuando nos dimos cuenta de que estaba muerto a puro golpe en la cabeza, nos dio ataque de risa y no supimos dónde meterlo, porque era gigante y no se merecía ni el esfuerzo de descuartizarlo, así que lo dejamos en el sótano.

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