Los espacios en el piso comenzaban a acabarse, vi como Alejandro se tumbó cerca de la pared entre alguno de los chicos. Me disponía a sentarme con las chicas cuando Fernando me ofreció sentarme con él, pero no logré avanzar ni un paso porque Alejandro cogió mi mano y tiró con fuerza hacia él, haciéndome caer sentada en su regazo, sobre sus piernas cruzadas debajo de mí. Pasó sus manos por mi cintura y sostuvo delante de mí un paquete de palomitas de maíz. Entendí que no había sido un accidente que cayese en sus piernas, era lo que había pretendido desde un principio.