En 1810 tenían formada una raza criolla con caracteres propios que la diferenciaban de la mejor cuidada, del mismo origen, al servicio de sus enemigos. Delgada de cuerpos y de piernas, de cuello largo, uñas endurecidas, cola y crin no tusadas, era resistente a la lluvia, a la nieve y al calor. Sobresalía además por su destreza para atravesar ríos a nado y recorrer distancias dilatadas, tragarse las leguas sin mayor esfuerzo (Guevara, 1910:226).