Labranza arcaica

el tiempo se desperezaba provocadoramente, era un tiempo sólo de esperas, que me encerraba en la casa vieja durante días enteros

mi hermano dio un soplo caliente a su plegaria para recordarme que había más fuerza en el perdón que en la ofensa, y más fuerza en la reparación que en el error, y dejando claro que éstos deberían ser el anverso y el reverso sublimes del buen carácter

Siempre estamos de camino a casa»

Mi padre siempre decía que el sufrimiento mejora al hombre, desarrollando su espíritu y perfeccionando su sensibilidad; él daba a entender que cuanto mayor fuese el dolor, más todavía cumplía el sufrimiento su función más noble; él parecía creer que la resistencia de un hombre era inagotable.

si otros han de cosechar lo que hoy sembramos, estamos cosechando por nuestra parte lo que otros sembraron antes

rico sólo es el hombre que aprendió, piadoso y humilde, a convivir con el tiempo, aproximándose a él con ternura, sin contrariar sus disposiciones, sin rebelarse contra su curso, sin molestar su corriente, estando atento a su flujo, brindándole antes con sabiduría para recibir sus favores y no su ira; el equilibrio de la vida depende esencialmente de este bien supremo, y quien sepa con acierto la cantidad de descanso o de espera que se debe poner en las cosas, no corre nunca el riesgo, al buscarlas, de toparse con lo que no es

era el guía, era la tabla solemne, era la ley que se incendiaba– esa materia fibrosa, palpable, tan concreta, no era descarnada como yo pensaba, tenía sustancia, corría en ella un vino tinto, era sanguínea, resinosa, reinaba drásticamente sobre nuestros dolores (¡pobre de nuestra familia, prisionera de fantasmas tan consistentes!)

La tierra, el trigo, el pan, la mesa, la familia (la tierra); hay en este ciclo, decía nuestro padre en sus sermones, amor, trabajo, tiempo.

Mi padre siempre decía que el sufrimiento mejora al hombre, desarrollando su espíritu y perfeccionando su sensibilidad; él daba a entender que cuanto mayor fuese el dolor, más todavía cumplía el sufrimiento su función más noble; él parecía creer que la resistencia de un hombre era inagotable. Por mi parte, aprendí muy pronto que es difícil determinar dónde acaba nuestra resistencia, y también muy pronto aprendí a ver en ella el aspecto más fuerte del hombre

Extraño es el mundo, padre, que sólo se une desuniendo