Además, nunca has dejado que respondiera tu pregunta.
—¿No?
Poppy negó con la cabeza.
—¿Y qué pregunta es esa?
—Tendrá que repetirla, capitán.
—Muy bien.
La besó en la nariz.
—¿Quieres…
En su mejilla izquierda.
—… Casarte.
En su mejilla derecha.
—… Conmigo?
En su boca. Su boca bella y perfecta.
Pero solo un beso fugaz. Rápido. Ella debía responder.
Poppy sonrió, y fue algo glorioso.
—Sí —respondió—. Sí, quiero casarme contigo.
Andrew no sabía si existían palabras para describir ese momento, aun para personas tan elocuentes como ellos. Así que, a falta de palabras, la besó. La besó en la boca, adorándola de todas las maneras que había soñado esas últimas semanas. Besó su mejilla, su cuello, el hueco perfecto que había sobre su clavícula.
—Te amo, Poppy Bridgerton —murmuró—. Más de lo que jamás hubiera imaginado. Más de lo que puedo concebir.