Un día, la hija de una de las familias más influyentes se levantó temprano por la mañana para traer el agua de la familia y casualmente miró al acantilado. Allí arriba estaban los búfalos. Y dijo: «Oh, si os arrojaseis, me casaría con uno de vosotros».
Para su sorpresa, todos comenzaron a arrojarse. Claro, esa fue la sorpresa número uno. Sorpresa número dos: uno de los viejos búfalos, el chamán del rebaño, se le acerca y dice: «Muy bien, nena, vámonos».
«Oh, no», dice ella.
«Oh, sí» —dice él—, «has hecho una promesa. Nosotros cumplimos nuestra parte del trato. Mira, todos mis parientes están ahí, muertos. Ahora vámonos».