Este libro estudia, desde el análisis de las trayectorias personales y la inserción institucional, cómo Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay se vieron afectados por las experiencias del exilio y el posexilio. Se intenta revelar cómo la variada experiencia transnacional de aquellos intelectuales, académicos, artistas, profesionales y activistas políticos y sociales contribuyó, durante y luego del destierro, a democratizar el campo cultural y a renovar algunas de las ideas e instituciones de estas sociedades. El exilio y el destierro son algunos de los legados del autoritarismo en estos países; se trató de un proceso que incluyó proscripción, desplazamientos forzados, expatriaciones y diásporas emergentes. Por medio del análisis de estas sociedades se pretende reconocer, describir y descifrar sus diferentes caminos en el período posdictatorial.
Muchos de los desplazados tenían un capital social y cultural previo que experimentó diversos cambios personales y organizativos a medida que se adaptaban a los diversos ámbitos culturales, lingüísticos, sociales y políticos de los países anfitriones. El retorno no es el resultado “natural” del fin de las dictaduras, sino que fue una –solo una— de las opciones para parte de los desplazados, y constituye un fenómeno complejo y multifacético. Las sociedades en general no siempre acogían de buen grado a los retornados y a sus familias. Surgían discusiones acerca del sufrimiento relativo de los que se quedaron frente al padecer de los que se fueron. Dada la falta de alternativas, el regreso fue parcial y prolongado. Las cuatro sociedades han experimentado un cambio radical al reconocer la importancia de los connacionales en la diáspora.