El Cáucaso del Norte se incendió como un tupido bosque de pinos, y pisaras donde pisaras te quemabas; corrieras adonde corrieras para salvarte, nunca sabías si aquellos con los que te topabas eran Rojos o Blancos, o tal vez desertores presa del pánico (que ora peleaban del lado de los Rojos, ora de los Blancos), o si era la tripulación crispada de la flota del mar Negro que había hundido los barcos a propósito para que no cayeran en manos de los alemanes