insuficiencia de sueño, la ingestión de alcohol, la estimulación luminosa intermitente —como la de estroboscopios usados en discotecas o algunos juegos de video—, las emociones fuertes y repentinas;
• fármacos estimulantes (anfetaminas, cocaína, teofilina), algunas hormonas (hormonas tiroideas, estrógenos, corticoides), algunos antibióticos (los utilizados para la tuberculosis, por ejemplo), agentes antitumorales, etcétera.