El secreto de Cervantes y Shakespeare está en el mecanismo creativo que concibieron, desarrollaron y perfeccionaron, en paralelo, sin conocerse. Los dos trabajaron a partir de materiales previos, de novelitas populares y leyendas urbanas y cuentos chinos. De relatos pulp, de la pulpa de papel, substrato de la cultura. De géneros menores. Los dos moldearon, remezclaron, transformaron esos textos preexistentes, hasta convertirlos en obras maestras.