Nadie puede negar que la familia es un hecho social que abarca todos los niveles relacionales de la persona humana. Es allí donde aprendemos a “ser” y a “amar”. Es el primer punto de referencia de lo que somos. Hoy día en este ámbito sagrado se presentan situaciones cada vez más complejas, difíciles de comprender y transitar. ¿Cómo ayudar a las parejas a resolver sus propias encrucijadas? ¿Cómo encontrar el modo de que nuestras “capacidades relacionales” sean cada día más semejantes a la de nuestro Dios, uno y trino? ¿Qué más podemos regalarles los padres a nuestros hijos hoy para que puedan lanzarse al mundo con coraje y valentía a desarrollar su propio proyecto de vida?
Los principios del discernimiento nos ayudarán a encontrar respuestas no solo para acompañar a nuestros hijos y nietos, sino también en la cotidianeidad esponsal y aun para aquellos que nos piden consejo. Los padres tienen la amorosa responsabilidad de acompañar y guiar a los hijos en las situaciones que se les presentan. El discernimiento es una herramienta privilegiada para ayudar a nuestros hijos a crecer en libertad y responsabilidad para que puedan ellos mismos enfrentar las diversas situaciones del mundo, buscando siempre el Bien.