La poesía de Luisa Pérez de Zambrana (1835–1922) pertenece a la tradición romántica de la literatura cubana. Sus poemas se distinguen por la claridad del lenguaje dentro de la segunda época del romanticismo en la isla.
Su faceta como poetisa se dio a conocer a los catorce años con sus primeros versos, que intelectuales y poetas de su entorno la ayudaron a reunir en un cuaderno, publicado bajo el título de La vuelta al bosque.
Esta opera prima recorrió la isla, Luisa fue leída en todos los círculos literarios y aclamada como una gran poetisa, veredicto que el tiempo ha confirmado, pues hoy se la incluye entre las mejores no solo de Cuba, sino de Hispanoamérica.
El libro dio la vuelta a la Isla, y ya en La Habana, el intelectual don Ramón Zambrana quedó prendado de su obra, yendo a Santiago de Cuba para conocerla y casarse con ella, para luego trasladarse juntos a La Habana.
Por sus grandes dotes poéticas y su gracia y finura, Luisa fue elegida para coronar a la gran Gertrudis Gómez de Avellaneda en el Teatro Tacón, en 1860.
Luisa Pérez de Zambrana no tenía una formación académica ni una sólida cultura, pero «nació con el don de la poesía». Sufrió en vida las mayores desgracias humanas:
— la pérdida de su padre a edad muy temprana,
— de su esposo (mientras contaba ella treinta años),
— de sus hermanas más queridas,
— de sus cinco hijos entre 1869 y 1898;
— la pobreza absoluta
— y el olvido de los círculos literarios.Por esta razón su obra se caracterizó por su sensibilidad, melancólica y tierna, con reflexiones religiosas y filosóficas sobre la muerte.