En Milonga para una intrusa Jorge F. Hernández entabla el diálogo que a todo escritor atañe, el del proceso creador. ¿De qué manera se presenta esa musa que representa la inspiración, si vestida o desnuda cobra el mismo significado y contribuye a la creación de los párrafos que, para fortuna del escritor, un lector atesorará en su memoria? Se trata de la musa que sorprende a cada escritor, quien la mira según su propia individualidad: joven, niña, anciana, indígena o europea, cercana a la muerte o a la vida. Una mujer que se presenta en el momento menos pensado pasa por el texto que Jorge F. Hernández acoge con su ya característico lirismo.