Veo llegar a la poeta joven, con el presente de sus años y con el mar que es de ayer y mañana, que se hace, se deshace y vuelve a hacerse en cada ola de poesía. Aquí está María Domínguez del Castillo, en su palabra y en su fuerza, decidida a saberse y a darse a saber, vivo deseo de cantar, dueña de sus miradas a la ciudad y a los libros, de las imaginaciones y los silencios, cómplice ya de un existir pleno de espumas, noticias, espejos, mitos, puentes, lluvias y archivos, para crear con pie firme sus recuerdos futuros.
Luis García Montero