Por otro lado, no se podría confundir al marxismo con los partidos políticos, por más revolucionarios que sean, porque estos están obligados a funcionar como los partidos burgueses, modificando su actitud de acuerdo a las necesidades que imponen las circunstancias electorales, y llegando a acuerdos por necesidad con otros grupos que tienen clientelas electorales análogas, mientras que el marxismo sigue invariablemente ligado a la consideración de una revolución absoluta.