Saber que existe algo infinitamente más justo y feliz me llena de inmensa ternura… y de gloria… ¡Quienquiera que yo sea y cualesquiera que sean mis hechos! Saber y creer en cada instante que en algún sitio existe una felicidad perfecta y serena para todos y para todo es algo mucho más esencial para el hombre que su felicidad personal… Toda la ley de la existencia humana consiste en que el hombre es siempre capaz de reverenciar lo infinitamente grande. Si al hombre se le priva de lo infinitamente grande, se negará a seguir viviendo y morirá desesperado. Lo infinito y lo eterno le son tan necesarios como este pequeño planeta en que habita… Amigos míos, amigos todos, todos: ¡Viva la Gran Idea! ¡La eterna, infinita idea! Todo hombre, sea quien fuere, debe inclinarse ante lo que es la Gran Idea. Hasta el hombre más necio necesita algo grande. Petrusha… ¡Oh, cómo me gustaría verlos a todos! ¡No saben, no saben que también en ellos reside la Gran Idea!