«Como tantas otras veces en aquellos oscurísimos días del año, pensó en cómo la gente pudo sobrevivir en el campo durante cientos de años en medio de una naturaleza tan hostil».El niño tendría unos diez años y parecía de origen asiático. Ahora yace en la calle, en medio de un charco de sangre, y con síntomas de congelación. El crudo invierno islandés arrecia, pero la policía no puede detenerse ni un segundo si quiere resolver un crimen para el que no faltan sospechosos.