En el aburrido pueblecito marinero de L`Aiguillon, el anciano matrimonio Hulot mata el tiempo espiando a su vecino, un honorable juez jubilado, porque ha visto extraños movimientos en su casa. Tras montar vigilancia día y noche, sus expectativas no se ven defraudadas: el juez oculta un cadáver en la habitación, y puede querer desembarazarse de él en cualquier momento. Enterados de que el célebre comisario Maigret se halla en la región, los Hulot le ponen en antecedentes. Maigret no sólo pilla al juez Forlacroix en el preciso instante en que intenta hacer desaparecer el cadáver, sino que poco a poco, seducido tal vez por la copa de armagnac que Forlacroix le ha ofrecido en su confortable casa, se deja llevar por uno de sus pasatiempos favoritos: inmiscuirse en las vidas ajenas. Y ante él desfilan jóvenes donjuanes, madres desconfiadas, bellas hijas casaderas, pero el apacible pueblecito oculta historias de amor muy antiguas y viejos rencores que Maigret tendrá que descubrir si quiere solucionar este caso.