En esta obra, Mercedes Calvo reflexiona sobre la importancia de abrir la puerta de la escuela a la poesía, de invitarla a entrar al aula no como una asignatura más, sino como una presencia que conviva con los niños y les ayude a florecer su creatividad. La autora propone mantener a los niños con una actitud sensible a la poesía, no para convertirlos en escritores de poemas, sino para influir con la poesía en su ánimo y en su pensamiento. «Queremos no sólo lectores sino, fundamentalmente, seres capaces de tomar la palabra» -anota Mercedes, y agrega-: «lo único que la escuela puede, y debe, hacer es ofrecer la posibilidad de que el niño se apropie libremente de la palabra y la utilice para decir aun lo opuesto a nuestro pensamiento».