Durante algunas semanas, después de mi paseo en trineo, no supimos nada de los Shimerda. La dolorida garganta me impedía salir de casa y la abuela tenía un resfriado que le hacía más pesadas las tareas domésticas. Cuando llegaba el domingo se alegraba de tener un día de descanso. Una noche, durante la cena, Fuchs nos