Vivo de dar explicaciones. Lo que dicen de mí se acrecienta en mis oídos y en mi sexo. Los miedos milenarios pugnan por salir ¿Por qué tengo que seguir rindiendo cuentas? Ya nadie respeta mis decisiones, mis poemas, ni mis orgasmos. Me llaman bruja, y todavía soy motivo de análisis y polémicas. La hija extravagante y loca que hay que rescatar.