Las vidas de autoras entre relatos, poesía, reflexiones, entrevistas y cartas… me encantó esta mezcla ecléctica de presentarlas. Quedo reflexiva y con la necesidad de pensar más en la literatura escrita por mujeres y en los personajes femeninos ¿por qué la primera se ha censurado y por qué los segundos se han desdibujado?
Una lectura que atraviesa. Simplemente dejaré una pregunta a manera de recomendación: ¿cuántas autoras conocemos más allá que su nombre y que si las hayamos leído? Y un regalo: en nuestro librero, ¿cuántos libros tenemos que sean de autoras?
Uf! Qué chulada de libro, no sabes, Luna, lo mucho que te agradezco este libro y Caliente. He leído tu poesía, y El funeral de lolita, pero neta que en ensayo eres increíble. Quien no ha leído este libro, se los recomiendo, Léanlo en este instante.
Qué grata manera de conocer a Luna Miguel. Ahora quiero leer todo lo que ha escrito.
Aquí sale una llena de empoderamiento!!
Una carta de amor y reconocimiento a aquellas mujeres latinoamericanas que han sido olvidadas, minimizadas Y etiquetadas. Leerlas es mantenerlas vivas.
«¿A dónde quieres llegar con esto?», preguntarás hastiada. A donde quiero llegar es a ese espacio en el que tú te conviertes en la reina de las trasterradas. En la reina de las que mueren solas, de las que se pudren y se consumen sin que nadie luego las recuerde. «¡Vaya, no es muy esperanzador ser reina de tal cosa!», me dirás. Y yo sé que no lo es, pero también sé que hay algo que está cambiando, se lo dije a Agustina y se lo dije a María Emilia, Eunice, hay algo que está cambiando y sé que la reparación llegará para vosotras, y que será consecuente con lo que sufristeis, con lo que sufrió vuestra obra, y que la celebración de vuestra memoria será directamente proporcional al deterioro de tu cuerpo y de tus poemas al morir sola, al morirse solos, transitando entre el polvo y el fuego, Eunice, amiga trasterrada, eso quería decirte.»
«Las perras ya van a ladrar muy alto. Y van a ser escuchadas. (...) ¿Qué clase de artistas seríamos si no sintiéramos la necesidad de completar esos injustos vacíos? ¿De qué nos serviría ladrar entonces?»