El “erotismo del corazón” consiste en la búsqueda de la unidad, rota por la discontinuidad, mediante la pasión amorosa. Es también, por supuesto, “la búsqueda de un imposible”, de allí que “lo que distingue la pasión es un halo de muerte”. Se trata de unirse al ser amado. Se necesita tanto ser (amado), que es el único puente posible para salir de la angustiante soledad del ser humano, que ante la sola idea de perderlo surge el fantasma de la muerte como una realidad imperiosa: el objeto amado (la amada, el amado) es la imaginaria unidad buscada, y su ausencia marca la discontinuidad insuperable, la evidencia del ser solo, que a su vez, en retorno, agudiza hasta el límite el deseo de muerte. Sin el amado la vida no vale la pena de ser vivida y es preferible morir: el amado es el común denominador que vuelve imaginariamente omnímodo al paciente-sufriente del deseo que a través de la pasión amorosa surge como deseo de vida mientras que es en realidad voluntad de muerte.