en que empieza a desarrollarse el diálogo y lo dejo seguir por los conductos adecuados; pero en ese momento en alguna parte de la memoria se pone en movimiento todo el océano de imágenes alguna vez percibidas, la pintura, en primer lugar, los Kandinskys vistos en la galería Guggenheim en Nueva York, los Paul Klee del año pasado en Varsovia, los Goyas, ciertas sombras de Rembrandt, y de golpe aparece un sueño de cuando era niño, y la tarde en que con mis compañeros de primaria maté un tlacuache, y el trayecto de la escuela de Mascarones al paseo de la Reforma que durante un año recorrí todas las noches con Lucía Bonilla, y un mediodía romano en el Galopatoio de Villa Borghese, y el amanecer en Siena y