Es que estaba condenada a revivir una y otra vez la misma escena? Al ver la virulencia de mi reacción, él me aseguró que nada cambiaría entre nosotros:
—Solo me caso con Rachida para contentar a Mansour, a la familia. No siento nada por ella. Simplemente nos dedicaremos a tener hijos. Muchos niños, sobre todo.
El cinismo de semejante declaración se me antojó un insulto supremo, tanto a mí como a la mujer con la que estaba a punto de casarse. Así pues, en aquel mismo instante, a las once de la noche, puse a Mohammed de patitas en la calle