C. S. Lewis subtituló este libro como Un sueño. Ese es el artificio que le permite construir una fantasía literaria plena de significado y modernidad. El nervio de su relato es una crítica demoledora al “todo vale”. El gran divorcio es el que se producirá inevitablemente entre el bien y el mal. Este nunca puede evolucionar, con el tiempo, hasta convertirse en bien. En un escenario ultraterreno e ideal, Lewis hace desfilar ante el lector numerosos rasgos de la condición humana, poniendo de manifiesto la imposibilidad de casar verdad y mentira.