En los poemas de Nada es hombre, nada es tierra, el primer libro de Emiliana Pereira Zalazar, se insinúan pequeñas fábulas donde se mezcla la inocencia con el erotismo, el terror con la tranquilidad. Una novia se desprende de la corteza de un árbol y luego aparece inmóvil en un pantano, hombres se convierten en camanchaca y niñas pierden sus dientes de perla. Los personajes cambian de piel, hay mariposas asesinadas que buscan venganza, libélulas que amedrentan, pulpos que se aparean con sutileza, tibieza y tejidos rotos, ballenas que permanecen en silencio. Las especies se relacionan a partir de la perplejidad y el encanto, y no siempre se diferencia la imagen de un sueño de lo que sucede en la vigilia.