Los patrones de pensamiento que tenemos en la mente conforman sistemas de creencias. La culpa surge de la tendencia a juzgar y de las opiniones negativas. Las emociones negativas tienden a expresarse conjuntamente, de modo que todas ellas contribuyen a la enfermedad, incluyendo el orgullo, la ira, el deseo, el temor, la pena, la apatía y la culpa. Esta última, la culpa, es una forma muy sutil de tener razón. Es la arrogancia del ego sustentada por otra creencia aún más potente: “En Dios hay cosas que no pueden ser perdonadas”.