Tlaltecuhtli, al devorar a los muertos, los manda a su destino: si eres guerrero, vas al Sol; si mueres ahogado, vas al Tlalocan.
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Coatlicue, la diosa madre de la tierra.
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la diosa Coyolxauhqui, la luna, generalmente se le representa con campanitas en las mejillas y descuartizada.
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Mictlantecuhtli, el Señor de los muertos. A
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uno de esos templos estaba dedicado al dios de la lluvia, Tlaloc, y el otro al dios de la guerra y del sol, llamado Huitzilopochtli, el “colibrí del sur”.
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Mictlantecuhtli no solo es el señor de la oscuridad, es también dador de vida y su reino, el Mictlan no es un lugar de castigo, es simplemente donde viven los humanos que han muerto de forma natural
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tejate a los campeones, una bebida que lleva maíz, cacao blanco, huesos de mamey y una florecita blanca muy pequeña y que la hacía lucir riquísima.
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—¡Qué honor, ya me decapitaron!
Luego se tocó la cabeza y sintió que la tenía bien puesta y dijo:
—¡Ah! Creo que tengo alma de ajolote, ¡ya me volvió a crecer!
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Tú, sacerdote del dios de la lluvia, tú que puedes producir el granizo para no perjudicar las cosechas, cura a estos jóvenes con sus sueños, que no sean locuras del alma, sino que viajen al mundo de Tlaloc, al Tlalocan, con el divino señor del agua.