El inconformismo político y social expresado en Los heraldos negros, adopta en Trilce un marcado sentido estético, o que constituía una de las vías de los poetas de las vanguardias latinoamericanas para manifestar su puesta en cuestión de unos valores tradicionales y unas instituciones generalmente opresivas para los individuos. Lo singular en Vallejo es que, al mismo tiempo, rechaza abiertamente el cosmopolitismo asociado a las vanguardias en general.
La ruptura estilística y el lenguaje complejo, de ecos herméticos y surrealistas, son rasgos de este libro, estudiado con entusiasmo por numerosos lingüistas desde la recuperación del poeta en los años cincuenta del siglo XX. Junto a este experimentalismo, Trilce ofrece también los rasgos más accesible y entrañables de su poesía, hecha de sensibilidad y hondo sentido de la solidaridad humana, abundante en referencias a lo familiar y a la sencilla vida cotidiana de los humildes.
Muchos de los poemas de este libro fueron escritos en su estancia en la cárcel de Trujillo. La segunda edición se publicó en España, en 1930, con prólogo de José Bergamín y un poema de Gerardo Diego.