Hacer filosofía primera puede definirse como el acto de prestar concepto a unas pocas palabras, cuyo contenido en cada tiempo indica la comprensión que el hombre tiene de lo que es. Nada, ser, esencia, razón, materia, forma, espacio, tiempo, causa, accidente, necesidad… tan opacas y transparentes a la vez, tan generosas y tan parcas, ofrecen al sentido que se detiene a penetrar en ellas una visión propia sobre lo real. Este tratado de metafísica restaura el templo del saber antiguo para volver a pensarlas desde el presente, con atención especial a precisar las nociones realidad y substancia.Quien recorre la árida aventura del saber ontológico no se encuentra al término con la tierra prometida, aunque sí con una orientación adaptada a territorios sin mapa. Sin brújula distinta de invertir la lógica hegeliana -regresando desde el sujeto al objeto, desde la Idea a la Naturaleza-, rastrear la génesis de un ser que es hacer es cartografiar el automovimiento hasta su núcleo, introduciendo el concepto del ánimo en el discurso filosófico.