Cada cierto tiempo aparece en internet un vídeo de alguien que, henchido de orgullo, le da una tarascada a un nazi. Pero, en la práctica, el efecto es contraproducente. De la misma forma que los bombardeos en Oriente Medio son un regalo para los terroristas, linchar a un nazi es un regalo para los extremistas. Lo único que hace es confirmar su imagen del mundo y facilitar el reclutamiento de nuevos extremistas.