Y lo mismo se puede decir de las redes sociales. Un pequeño grupo de troles escupe sus babas desde la distancia. A continuación, los algoritmos de Twitter y Facebook dan protagonismo a esos mensajes, porque las redes sociales se benefician de nuestro «sesgo de negatividad». Cuanto más barro se arroja la gente, más dinero ganan esas plataformas. Lo negativo llama la atención, es lo que atrae más clics y, por tanto, lo que genera una audiencia más grande para la publicidad.16 De esa forma, las redes sociales se convierten en amplificadores de las peores cualidades del ser humano.
Redes sociales y sesgo de negatividad