Dios nunca se repite, ni siquiera en una hojita de hierba. Todas las almas son únicas desde el principio, pero eso no niega que, si son eternas como aseguramos, su vida debe ser eterna también, pasando de carne a carne, según la voluntad de Dios. La adquisición de conocimientos no termina nunca. Su imperativo no acaba en la tumba.