El acto político original coincide, según Freud, con el primer crimen: los hijos se rebelan y devoran al padre despótico. Este crimen funda las relaciones sociales, las limitaciones morales y la religión.
Entre asesinato y política existe, pues, una dependencia antigua, estrecha y oscura, que se halla en los cimientos de todo poder: ejerce el poder quien puede dar muerte a los súbditos, el gobernante es el «superviviente» (Elias Canetti).
A lo largo de nueve estudios, Enzensberger ilustra, con su habitual y afilada sagacidad, la inquietante relación entre política y crimen. El abanico es muy amplio: así, por ejemplo, se ocupa del régimen de un dictador totalitario, el dominicano Trujillo «el Benefactor»; de Al Capone y los gángsters de la «la balada de Chicago»; de la sangrienta Camorra napolitana; de la misteriosa muerte de Wilma Montesi y el llamado «proceso del siglo», en el que los protagonistas de la «dolce vita» y el gobierno democristiano se vieron involucrados en un formidable escándalo de orgías, contrabando, trata de blancas y tráfico de drogas; de los conspiradores de la Rusia zarista o «soñadores del absoluto».
Como dice Enzensberger, este libro está motivado por preguntas que no podemos desatender: ¿Hay asesinos justos? ¿Somos todos traidores? ¿Para qué sirven los secretos de Estado? ¿Hay padres de familia que son gánsgters y gángsters que son empresarios? ¿Es el «criminal común» una reminiscencia, una reliquia? ¿Son diez a sesenta millones de muertos «un precio aceptable»? ¿Cuál es el futuro de Auschwitz? ¿Son los amigos de los animales y los padres capaces de todo? ¿Hay aún inocentes?