Meditaciones

8. El principio rector es aquello que despierta y se mueve por sí mismo, cambia como quiere y hace que aparezca todo de la manera que desea.

17. No vivas como si fueras a hacerlo durante mil años aún.

el dominarse a uno mismo y no ser voluble en ningún asunto. Tener buen ánimo en todas las circunstancias y también en las enfermedades. La buena mezcla en el carácter entre lo dulce y lo grave y el no llevar a mal las tareas que uno tenga por delante. El que todos confiaran en él y en que aquello que decía era también lo que pensaba. En que lo que hacía lo hacía sin mala intención.

Si en lo presente obras siguiendo el razonamiento correcto, con esfuerzo, fortaleza y benevolencia, y avanzas sin desviarte por otro camino, sino que mantienes tu genio siempre preparado, como si fuera preciso devolverlo en cualquier momento, si actúas así, sin esperar ni rehuir nada, sino bastándote con la presente actividad, según naturaleza, y la sinceridad heroica de la palabra que hablas, serás feliz.

Pues no es lícito anteponer al bien racional y cívico ninguna otra cosa heterogénea, como, por ejemplo, el elogio por parte de la mayoría de la gente, el poder, las riquezas o el disfrute de los placeres. Todas estas cosas, aunque parezca que se adaptan un poco a nosotros, en realidad se apoderan de nosotros de repente y nos arrastran.

Recuerda que es vergonzoso extrañarse de que la higuera produzca higos. Asimismo, lo es con los frutos que produce el mundo.

Es vergonzoso que, en la vida, tu cuerpo no renuncie aún y el alma lo haga de antemano.

Expulsa hacia fuera el juicio y te habrás salvado. ¿Quién te impide expulsarlo?

Todo es juicio y este depende de ti. Así pues, suprime cuando quieras el juicio y, como el navegante que ha doblado un cabo, verás un mar en calma, todo estabilidad, y un golfo sin oleaje

Si no es pertinente, no lo hagas. Y si no es verdad, no lo digas.