1. Di para ti mismo por la mañana: hoy me encontraré con un metomentodo, un ingrato, un injuriador, un traicionero, un envidioso, un insociable. Todo eso les ha acaecido por ignorancia de los bienes y los males. Pero yo, que he contemplado la naturaleza del bien, que es lo bello, y la del mal, que es lo feo, y también la naturaleza del que está equivocado, que es mi pariente —no por ser de la misma sangre y semilla, sino hermano por el intelecto y la participación en la divina partícula—, ni puedo ser dañado por ninguno de ellos, pues nadie me involucrará en algo que es vergonzoso, ni tampoco puedo encolerizarme con mi prójimo o enemistarme con él, porque estamos hechos para colaborar, como pies, como manos, como párpados, como las hileras de los dientes de arriba y abajo. Y es que actuar unos en contra de los otros es ir contra naturaleza y es una actuación negativa el enojarse y enemistarse.