Muévete, si te es dado, y no mires si alguien lo percibe. No esperes a la República de Platón, sino concéntrate si se avanza lo más mínimo y piensa que cualquier progreso, por pequeño que sea, ya es algo. ¡Cuán vulgares son estos hombrecillos que se llaman a sí mismos políticos o que actúan como si fueran filósofos! ¡Menudos mocosos! ¿Quién va a cambiar sus opiniones? Y sin el cambio de opiniones, ¿qué otra cosa hay sino esclavitud de quejosos y obedientes fingidos?